Hoy continuamos hablando de esta área tan importante en
nuestras vidas como lo es la mayordomía, aprender a ser un buen mayordomo de
todo lo que Dios nos da no es tarea fácil pero debe haber en nosotros un esfuerzo
y un anhelo de agradar al Señor en todo y en esa vía nos esforzaremos por ser
diligentes y buenos administradores de los que Dios nos da cada día.
Y una de las áreas
en las que debemos aprender a ser buenos mayordomos es en nuestras emociones,
las emociones como vimos hace algunos programas son estados de ánimo
“PASAJEROS” que no deberían determinar nuestra manera de ser y actuar a lo
largo de nuestra vida, una persona que se deja controlar por sus emociones
puede llegar a hacerse esclavo de ellas y vivir en un sube y baja, en una
inestabilidad de vida dependiendo siempre de cómo se encuentra hoy. Hoy hablaremos de una emoción muy peligrosa
que puede ser destructiva para nosotros mismos, nuestras relaciones mas
importantes como es nuestra familia, nuestro matrimonio, nuestros hijos, todo
nuestro entorno y convertirnos en personas desagradables y amargadas,
desaprovechando, mal administrando nuestro paso por esta tierra y haciendo daño
a las personas que Dios pone cerca de nosotros.
Para ello quiero reflexionar en 3 aspectos que la palabra
de Dios nos advierte para poder aprender a ser buenos administradores de
nuestras emociones en especial del enojo:
1. NO APRESURARSE A ENOJARSE: en Eclesiastés 7:9 nos dice “No te apresures en tu
espíritu a enojarte; porque el ENOJO reposa en el seno de los necios.”
También hay otra escritura que dice “no te apresures a entrar en pleito”,
apresurarse es precipitarse, correr, no tener calma, no frenarse… para poder ser buenos mayordomos de nuestras
emociones Dios nos aconseja evitar apresurarse en enojarse, las personas que
rápidamente se enfadan, se molestan, se incomodan viven una constante
incomodidad en sus corazones porque el enojo, si no lo frenamos se convierte en
un hábito progresivo en nosotros y llega a tomar el control de nuestras
actitudes y entonces cuando algo no es lo que quisiéramos o no sale como
esperábamos o alguien no actúa como nosotros decimos que tiene que ser! Pues
rápidamente nos enojamos y vivimos saltando de enfado en enfado, de riña en
riña, las personas se empezarán a alejar de nosotros y los que no pueden
alejarse porque son nuestra familia pues empezarán a huir de nosotros, evitarán
hacernos enfadar pero perderemos su compañía, nos tendrán temor, con el enojo
podemos intimidar a los que tenemos cerca y formar un cerco alrededor de
nosotros impenetrable y esa dureza de corazón amargará nuestra vida y no nos
permitirá vivir la vida abundante que Dios quiere que vivamos.
2.
EL ENOJO TRAE MUERTE ESPIRITUAL en el libro de Jonás si recordamos la
historia Jonás se enojó en extremo al punto de desear la muerte. Cuando una
emoción como el enojo nos domina de tal forma puede llegar a hacer heridas
profundas en nuestro corazón, cambia radicalmente nuestra forma de ver la vida
y finalmente anhelar la muerte antes que aceptar las cosas que no son como
nosotros quisiéramos que fuesen. En el libro de Jonás capitulo 4 dice “Pero Jonás se apesadumbró en extremo, y se enojó. Y luego dijo “Ahora pues, oh Jehová,
te ruego que me quites la vida; porque mejor me es la muerte que la vida.” Jonás llegó a enojarse de tal manera que prefería
morir antes que ver que la bondad de Dios perdonando a todas las personas de
Nínive, cuando el enojo toma el control de nosotros podemos desear la muerte y
obviamente vivimos muertos espiritualmente porque el gozo de Dios es nuestra
fuerza si perdemos ese gozo el enojo u otras emociones pueden hacernos esclavos
de ellas y vivir una muerte continua en nuestro espíritu hasta que nos deshagamos de ella.
3.
EL ENOJO CONTRISTA AL
ESPIRITU SANTO: En el
libro de Efesios 4:30 y 31 dice: “ Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados
para el día de la redención. Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira,
gritería y maledicencia, y toda malicia.”, como cristianos anhelamos hacer la voluntad de
Dios, buscamos la santidad, nos esforzamos por no pecar en pecados graves,
según nosotros, pero el enojo es un pecado que entristece al Señor y contrista
al Espíritu Santo, cuando nos enojamos perdemos el gozo que es un fruto del Espíritu
y por lo tanto aunque no hagamos cosas malas en extremo, si constantemente
perdemos la paz con las personas, con nuestros hijos, con nuestros compañeros
de trabajo, con nuestro conyugue, vivimos enfadados e incómodos por lo que nos
pasa el Espíritu Santo que mora en nosotros se apaga y tendremos una vida
triste y desanimada, contario a lo que Dios quiere que vivamos.
Podemos reflexionar acerca de muchos aspectos para
aprender a ser buenos mayordomos de nuestro carácter, de nuestras emociones
pero hoy recordemos estás tres cosas antes de enojarnos:
-
No nos apresuremos a enfadarnos, no
seamos necios y faltos de sabiduría en nuestra manera de actuar.
-
Recordemos que el enojo trae muerte, nos
roba el gozo, la paz la vida de Dios en nosotros.
-
Y el enojo contrista al Espíritu Santo,
se apaga nuestra alegría y damos un mal testimonio y ejemplo a los que nos
rodean.
Por último quiero dejarles con una frase sencilla que
dice:
“La
paciencia en un momento de enojo evitará cien días de dolor.”
Próxima
semana hablaremos de la Mayordomía de nuestra Voluntad, lo que nos mueve a
hacer o hacer las cosas.
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